Nº 58 enero de 2011 |
No es complicado escuchar en corrillos comentarios críticos sobre dos profesionales de las artes escénicas españolas como No es complicado escuchar en corrillos comentarios críticos sobre dos profesionales de las artes escénicas españolas como Daniel Martínez y Jesús Cimarro. Lo realmente complicado es oír opiniones elogiosas sobre quienes representan, hoy por hoy, a las dos empresas más sólidas y poderosas del sector, Focus y Pentación.
En esos juicios de valor entran en juego muchas cuestiones: desde la afinidad personal (o su ausencia) a valoraciones estéticas sobre la mayor o menor relevancia cultural de sus producciones; por no mencionar otros aspectos tan puramente subjetivos que no merece la pena ni mencionar. Lo único incuestionable es que sus empresas parecen gestionadas con criterios empresariales efectivos y han logrado situarse en las posiciones hegemónicas que disfrutan en la actualidad.
No es nuestra intención acudir a salvar su honor supuestamente mancillado con estas líneas. Tampoco darles más protagonismo del que ellos, por si solos, saben generar ni defenderles de ataques que tendrán, no lo pongo en duda, razones más o menos fundadas. Nuestra intención es, al contrario, poner sobre la mesa lo que consideramos es una posible falta de coherencia del resto del sector: en las últimas semanas se han celebrado elecciones en las organizaciones empresariales locales que ambos presiden, ADETCA y APTEM. Y, una vez más, después de varios años de mandato de cada uno de ellos, los dos han vuelto a resultar reelegidos…
O lo hacen estupendamente y se les reconoce con confianza renovada. O el dato habla de dos situaciones distintas. Por un lado, la incoherencia de la que hablaba inicialmente: ¿por qué seguir votando a quienes, supuestamente, no nos representan correctamente? Y por otro, la antigua tradición anarquista española que ha devenido en anárquica, abúlica y despreocupada. Si no nos representan, ¿por qué nadie pone de su parte para enfrentarse democráticamente a las figuras dominantes con el objetivo de desnivelar la balanza hacia otra posición? Nada ni nadie es inamovible y no estamos hablando de las complicaciones de transformar un país de millones de habitantes: estamos hablando de asociaciones integradas por pocas decenas de empresas. Hay muchas más fuera de ellas que dentro. Pero lo que las asociaciones hacen influye no sólo en sus socios, sino en todos: no se trata de facilitar a sus miembros descuentos en hoteles o un seguro de vida mejor que el que pueda conseguir cada uno por su lado. Las asociaciones son las que se sientan a negociar con las administraciones y sus acuerdos valen para todos: los de dentro y los de fuera. Motivo más que justificado para hacer valer los intereses de quienes pueden verse afectados. Y si los acuerdos sirven sólo para los de dentro… más razón aún para no quedarse fuera.
En estas mismas páginas incluimos un debate sobre la necesidad (o no) de crear la Academia de Artes Escénicas, al que acompaña una encuesta sobre quién debería dirigirla, realizada con los votos de ochenta y dos profesionales del sector (y el no voto de más de ciento cincuenta profesionales a los que solicitamos su participación y no han respondido. Obviamente, no se trata de nada científico, pero refleja hasta cierto punto vuestro grado de implicación en asuntos que os pueden concernir. En EL ESPECTÁCULO TEATRAL pensamos que hace falta esa academia, que aglutine a todo el sector. Pero también pensamos que hacen falta asociaciones sectoriales fuertes y ahí es donde el barco hace agua. Dicen que de las crisis el que sale lo hace fortalecido, pero en el ambiente se detecta, sobre todo, una abulia vergonzante: queremos salir de la crisis, pero nadie mueve un dedo para algo más que buscar soluciones a cortísimo plazo y nos comportamos como adolescentes enfrentados a la autoridad. Nos sobran quejas, pero no aceptamos la sabiduría de la experiencia. Y un refrán tan antiguo como el mundo dice que la unión hace la fuerza. El que no lo quiera entender por las buenas, lo va a entender de todas formas.
Jesús Rodríguez Lenin
Editor. Lo realmente complicado es oír opiniones elogiosas sobre quienes representan, hoy por hoy, a las dos empresas más sólidas y poderosas del sector, Focus y Pentación.
En esos juicios de valor entran en juego muchas cuestiones: desde la afinidad personal (o su ausencia) a valoraciones estéticas sobre la mayor o menor relevancia cultural de sus producciones; por no mencionar otros aspectos tan puramente subjetivos que no merece la pena ni mencionar. Lo único incuestionable es que sus empresas parecen gestionadas con criterios empresariales efectivos y han logrado situarse en las posiciones hegemónicas que disfrutan en la actualidad.
No es nuestra intención acudir a salvar su honor supuestamente mancillado con estas líneas. Tampoco darles más protagonismo del que ellos, por si solos, saben generar ni defenderles de ataques que tendrán, no lo pongo en duda, razones más o menos fundadas. Nuestra intención es, al contrario, poner sobre la mesa lo que consideramos es una posible falta de coherencia del resto del sector: en las últimas semanas se han celebrado elecciones en las organizaciones empresariales locales que ambos presiden, ADETCA y APTEM. Y, una vez más, después de varios años de mandato de cada uno de ellos, los dos han vuelto a resultar reelegidos…
O lo hacen estupendamente y se les reconoce con confianza renovada. O el dato habla de dos situaciones distintas. Por un lado, la incoherencia de la que hablaba inicialmente: ¿por qué seguir votando a quienes, supuestamente, no nos representan correctamente? Y por otro, la antigua tradición anarquista española que ha devenido en anárquica, abúlica y despreocupada. Si no nos representan, ¿por qué nadie pone de su parte para enfrentarse democráticamente a las figuras dominantes con el objetivo de desnivelar la balanza hacia otra posición? Nada ni nadie es inamovible y no estamos hablando de las complicaciones de transformar un país de millones de habitantes: estamos hablando de asociaciones integradas por pocas decenas de empresas. Hay muchas más fuera de ellas que dentro. Pero lo que las asociaciones hacen influye no sólo en sus socios, sino en todos: no se trata de facilitar a sus miembros descuentos en hoteles o un seguro de vida mejor que el que pueda conseguir cada uno por su lado. Las asociaciones son las que se sientan a negociar con las administraciones y sus acuerdos valen para todos: los de dentro y los de fuera. Motivo más que justificado para hacer valer los intereses de quienes pueden verse afectados. Y si los acuerdos sirven sólo para los de dentro… más razón aún para no quedarse fuera.
En estas mismas páginas incluimos un debate sobre la necesidad (o no) de crear la Academia de Artes Escénicas, al que acompaña una encuesta sobre quién debería dirigirla, realizada con los votos de ochenta y dos profesionales del sector (y el no voto de más de ciento cincuenta profesionales a los que solicitamos su participación y no han respondido. Obviamente, no se trata de nada científico, pero refleja hasta cierto punto vuestro grado de implicación en asuntos que os pueden concernir. En EL ESPECTÁCULO TEATRAL pensamos que hace falta esa academia, que aglutine a todo el sector. Pero también pensamos que hacen falta asociaciones sectoriales fuertes y ahí es donde el barco hace agua. Dicen que de las crisis el que sale lo hace fortalecido, pero en el ambiente se detecta, sobre todo, una abulia vergonzante: queremos salir de la crisis, pero nadie mueve un dedo para algo más que buscar soluciones a cortísimo plazo y nos comportamos como adolescentes enfrentados a la autoridad. Nos sobran quejas, pero no aceptamos la sabiduría de la experiencia. Y un refrán tan antiguo como el mundo dice que la unión hace la fuerza. El que no lo quiera entender por las buenas, lo va a entender de todas formas.
Jesús Rodríguez Lenin
Editor
No hay comentarios:
Publicar un comentario